viernes, 8 de marzo de 2019

Ya no somos aquellas pobrecitas indefensas





Ya no somos aquellas pobrecitas indefensas. En realidad, nunca lo fuimos, aunque desde niñas nos intentaron inculcar ese prejuicio totalmente erróneo. 

Todo comienza con un ese juguete o actividad es de niños, dale un beso a aquella desconocida que dice que niña tan bonita o sino pensará que eres una antipática, ten buenos modales y siempre sonríe. Si das el primer paso con un hombre no eres una dama, eres una PUTA. Una señorita no debe pagar la cuenta. Una mujer no tiene cualidades para liderar una empresa. Gorda, fea, saco de huesos, creída. Una mujer a veces tiene que hacer sacrificios y aguantar a su hombre, a su amo. Y todo esto termina con un: si abusaron de ella es porque se lo buscó.

Cuando creces, te das cuenta de que esos prejuicios no son válidos, no existen. Algunas personas, desafortunadamente, pensarán así en pleno siglo XXI, pero pobrecitos de ellos que borreguitos seguirán siendo. Y ahora mi pregunta es:

¿A que nunca se imaginaron que las mujeres podemos ser grandes científicas hasta el punto de descubrir la doble hélice del ADN como lo hizo Rosalind Franklin? ¿O que además de musas podemos ser maravillosasartistas? ¿Y qué hay de las grandes profesionales del ámbito de la Salud mental y física? ¿Y de la Ingeniería y la Química? ¿Qué hay de las campeonas en levantamiento de peso o en cualquier tipo de deporte? ¿Qué hay de las policías, guardia civiles y bomberas? ¿Qué hay de las directoras de cualquier empresa? ¿O de la trabajadora que compatibiliza su jornada laboral con el cuidado de sus hijos? ¿Y las madres que llevan las riendas de todo el núcleo familiar? ¿Y qué pasa con aquella frágil madre soltera que con el tiempo se hizo fuerte por sus hijos porque no le quedó más remedio? Y así podría seguir, pero para ello necesitaría escribir una novela.

Ya no somos aquellas pobrecitas indefensas con la que tanto empatizan. No somos aquella delicada flor, ni somos princesas en peligro esperando a que nuestro príncipe azul nos rescate, ni ese cuerpo deseable al que muchos querrían acceder y después despojarlo a cualquier vertedero como si de un clínex se tratase. 

Nosotras somos fuertes, luchadoras y con iniciativa. Somos guerreras que no necesitan a un príncipe, sino a un guerrero, un aliado con el que vencer a las adversidades de la vida. Nos gusta sentirnos protegidas, sí, pero a ellos también. No somos un juguete al que usar y tirar cuando os dé la gana, sino una persona con sentimientos y valores a la que hay que respetar, al igual que lo haces con tu madre, abuela, hija o hermana. 

No necesitamos vuestra pena ni vuestros consuelos, ya no. No necesitamos enseñar nuestros genitales para que nos escuchen, basta con demostrar tu inteligencia y talento personal porque, cuando lo encontramos, ya no hay quien nos pare. No necesitamos vuestras leyes y medidas de mierda que, en ocasiones, en vez de protegernos lo que hace es perjudicar a quien no lo merece, ya sea por falta de pruebas o por injusticia.

Necesitamos un Estado que nos ampare a todas las personas. Necesitamos que nos dejéis de ver como a una pieza de porcelana, sino como a una PERSONA IGUAL QUE TÚ. 

Y esto, señoras y señores es el verdadero significado del FEMINISMO, la lucha por la igualdad de mujeres y hombres, sin favoritismos, sin odio, sin hacer daño a los demás porque así comenzó el machismo y no queremos que los papeles se inviertan, no. Queremos que la balanza esté igualada porque el equilibrio es lo que mantiene la vida. Y yo soy feminista, sí, pero de verdad. Sin odiar a los hombres ni creerme mejor ni peor que ellos, sino exactamente igual. Porque siempre me preocupé por el bienestar de la Humanidad.

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